Los interrogantes sobre las transformaciones territoriales en relación con la movilidad internacional y sus reconfiguraciones se posicionan en el marco teórico de los campos migratorios transnacionales o en el de los efectos del transnacionalismo que ha tenido contribuciones importantes para entender la relación que se establece, por ejemplo, en la migración entre Estados Unidos y República Dominicana (Portes, Guarnizo, y Landolt, 2003) y en el caso francés en el paradigma de las circulaciones migratorias (Ma Mung et al.; 1998). En este enfoque, los saberes migratorios, los anclajes de los miembros de un grupo migratorio, son considerados como un capital social de los actores para la movilidad. Varios estudios han abordado el impacto territorial de tales realidades socioespaciales, tanto en lugares de origen, de transito como de instalación (Córdoba y Miret 2015). Una de las variables para los estudios migratorios son las fronteras nacionales que desde sus orígenes han sido porosas y actualmente se convierten en espacios problemáticos por las restricciones a la movilidad de las personas. De nuevo los muros o vallas se erigen para limitar el paso de un lugar a otro. La propuesta más celebre es la construcción, o mejor, ampliación del muro que divide a Estados Unidos con el resto de América; las verjas en Ceuta (España) y Melilla (Marruecos) que separan al continente europeo de África; o el muro de Calais en la población francesa para impedir el ingreso de migrantes al Reino Unido o el de Hungría con Croacia son estructuras que se replican por todo el planeta. En muchos casos esos movimientos provocan verdaderas crisis humanitarias donde cientos de personas pierden la vida al intentar llegar a su destino. El mar Mediterráneo o el Desierto de Sonora en Estados Unidos cobran la vida de cientos de personas que buscan alcanzar Europa o Norteamérica.
Para el caso colombiano, no hay que perder de vista la salida de sus habitantes hacia diversos destinos en Europa, los Estados Unidos u otros países latinoamericanos y el sistema migratorio con Venezuela que, para este último caso, presenta una reversibilidad en los movimientos de población. La masiva salida de personas desde el territorio venezolano hacia Colombia o con destino a otros países latinoamericanos, están ejerciendo un peso importante en las políticas migratorias y en las dinámicas urbanas en Ecuador, Perú, Chile y, desde luego, Colombia.
Los casos anteriores por su condición humana son altamente mediatizados, pero dejan de lado otros aspectos que hacen parte de la movilidad internacional. El envío de remesas y sus efectos en los lugares de origen continúa siendo una veta de investigación por las implicaciones sociales de diverso orden y, en particular, las territoriales por los cambios que ejercen sobre las dinámicas inmobiliarias al permitir la posible compra o mejora de la vivienda resultado de la emigración. Otros sujetos migrantes también aparecen en el escenario como los trabajadores calificados o los cuadros de empresas o compañías multinacionales que se mueven por las grandes metrópolis, ejerciendo un peso importante en la transformación de las ciudades globales. Más recientemente, los estudiantes a nivel de pregrado o posgrado han incrementado los intercambios de población en Europa, China, los países latinoamericanos (principalmente Brasil, México o Argentina) o destinos tradicionales de las élites como pueden ser el Reino Unido o los Estados Unidos.
El anterior conjunto de elementos pone un acento sobre el sujeto migrante y sus experiencias que se transforman durante el proceso migratorio. La forma de habitar el planeta en migración, impacta particularmente las ciudades. Para Giroud, et al., (2015, p. 205) la experiencia migratoria “[…] constituye una experiencia destacada, no anodina, incluso determinante, en la modificación de la relación que los migrantes mantienen con lo urbano en general y con su ciudad de origen en particular”. Así, los individuos desde sus prácticas y representaciones reconfiguran las ciudades, los barrios o las plazas por las que pasa la vida cotidiana y producen y reproducen estilos y modos de vida que deben ser considerados al momento de identificar las configuraciones territoriales. Por tanto, las categorías usuales de análisis en el campo de la “migratologia” se transforman al contacto con la mediatización de los procesos migratorios: migrantes, exiliados, circulantes, refugiados, diásporas y élites internacionales relevan la terminología que las diferentes ciencias sociales y los contextos académicos no siempre comparten y que a la vez no logran abarcar en su complejidad.
Esta invitación a publicar busca dar cuenta sobre perspectivas tradicionales o emergentes y pluridisciplinares, al momento de abordar la movilidad internacional y sus impactos espaciales con el propósito de comprender el laberinto de la movilidad internacional, los procesos de poblamiento y las nuevas configuraciones territoriales que pudieran estar surgiendo de tal proceso.
La coordinación editorial de la sección temática de este número está a cargo deNaik Miret (Universidad de Poitiers, Francia) y John Harold Córdoba (Universidad Pedagógica Nacional, Colombia).
Los manuscritos podrán ser escritos en español y portugués y ser envidos a nuestro sistema de gestión editorial al siguiente enlace, antes del día 15 de noviembre de 2018: https://bit.ly/2IpgahV