Según un estudio realizado por el profesor Germán Vargas Cuervo, Geólogo PhD, del Departamento de Geografía, de la Universidad Nacional de Colombia, el seguimiento del embalse a través de imágenes de satélite de alta resolución espacial, PlantScope muestra el alarmante crecimiento del embalse día a día (1-2m/día), cuyo espejo de agua ha cambiado notablemente, alcanzando una longitud de 35 km y un ancho entre 261 metros y 1,02 km.
Teniendo en cuenta los parámetros de diseño, la altura máxima de la presa es de 220 metros, con un embalse de 70 km de longitud y un volumen de agua de 2.720 millones de metros cúbicos, no obstante, la situación actual muestra una altura de la presa cercana al diseño y una longitud de embalse de 35 km; se considera un volumen de agua almacenado de por lo menos 1000 millones de metros cúbicos, que en caso de romperse la presa generaría una ola estimada entre 20 y 100 metros de altura.
Esta gigantesca ola afectaría a los municipios de Valdivia, Cáceres, Tarazá, Caucasia, Nechí (Antioquia), San Jacinto del Cauca, Achí, Pinillos (Bolívar) y Guaranda (Sucre), río abajo de la presa. No obstante, Isabel Cristina Zuleta, del Movimiento Ríos Vivos (Antioquia), considera que la población de los municipios de Ituango y Briceño, sobre los cuales está ubicado el proyecto, también son víctimas de esta emergencia. A ellos se suman, los habitantes de los municipios río arriba de la presa (ubicados en el cañón del río Cauca) que se han visto damnificados en su economía, pues sus actividades tradicionales de barequeo y pesca fueron alteradas desde el inicio de la construcción de la Hidroeléctrica.
De acuerdo con Zuleta, en estos municipios viven personas con destacadas capacidades para habitar en un bosque centro tropical con un ancestral conocimiento del río Cauca y todo su ecosistema y de los cambios que se producen en las diferentes épocas del año, tanto así, que fueron los habitantes de esta región los primeros en advertir de los riesgos inminentes de la construcción de este proyecto y los impactos sociales, culturales, ambientales e incluso técnicos que podría tener. “La cultura del agua está asociada a la comprensión de sus dinámicas y no es eso lo que pone en riesgo a la población, es la alteración de los ciclos del agua lo que está provocando una situación de peligro en estos municipios”, afirmó.
Adicional a los problemas a los que se enfrentan esta región por la alteración del río Cauca, Isabel Cristina Zuleta afirma que más del 60% de esta población es víctima del conflicto armado, por la presencia de actores como las Farc (o sus disidencias), diferentes grupos paramilitares, el ELN y la seguridad privada que ronda por estos días la zona. Esto hace evidente, la ausencia de control territorial por parte del Estado, paralelo a la falta de capacidad técnica y de recursos de las alcaldías municipales que ven mermada su autonomía ante proyectos de gran impacto como la Hidroeléctrica de Ituango.
El río Cauca ante un desastre
En su investigación, el profesor Vargas analizó el cañón del Río Cauca, entre el sitio de presa y el lugar denominado como El Cinco, localizado a 60 km de esta. En este espacio los municipios que están en riesgo son Ituango, Briceño y Valdivia (más exactamente Puerto Valdivia).
Entre Ituango y Briceño se encuentra localizada la presa. El primero, según el Igac, está localizado a 195 km de Medellín, cuenta con los corregimientos de La Granja y Santa Rita, además de 5 caseríos y un centro poblado. Para el primero de enero de 2016 registra 1.058 predios urbanos y 735 rurales. La topografía del terreno es montañosa en su mayor parte y corresponde a las serranías de San Jerónimo, Abibe y Ayapel, ramificaciones de la cordillera Occidental que tienen su origen en el nudo de Paramillo, al sur del municipio. La población total estimada es de 20.273 habitantes (Dane 2017), de los cuales 5.808 se encuentran en la cabecera y 14.465 en el área rural.
Briceño, por su parte, está a 174 km por vía terrestre de la capital antioqueña. Tiene dos corregimientos, Berlín (Pueblo Nuevo) y Las Auras y la inspección de policía El Roblal. Para el primero de enero de 2016 registra 5.259 predios urbanos y 3.568 rurales; la topografía del terreno es montañosa en su mayor parte y corresponde a la cordillera Central. La población total estimada es de 8.682 habitantes, de los cuales 2.588 se encuentran en la cabecera y 6.094 en el área rural (DANE 2017).
Puerto Valdivia, hoy en alerta roja, es uno de los dos corregimientos del municipio de Valdivia, ubicado a unos 18 kilómetros del casco urbano municipal. Valdivia tiene una población estimada de 23.333 habitantes (DANE 2017), de los cuales 6.908 se encuentran en la cabecera y 16.425 en el área rural. La topografía del terreno es montañosa y corresponde a la cordillera Central, en donde se destacan las cuchillas Santa Bárbara y Raudal.
Siguiendo el estudio del profesor Vargas, Puerto Valdivia (30 km) y El Quince (47 km) son dos poblaciones que construyeron sus viviendas sobre el borde extremo del río, por lo tanto, serían totalmente destruidos por una avenida torrencial de una masa de agua, sedimentos y escombros.
En la boca del cañón y la llanura, lo que el doctor en Ciencias de la Tierra llama zona de transición, presente entre las poblaciones de El Cinco (60 km), Puerto Antioquía (65 km), Cáceres (70 km), y Tarazá, el río pasa de un sector estrecho y se abre a la llanura, por tanto, ante la ruptura de la presa, se generaría un comportamiento similar al de un tsunami con una ola que superaría los 100 metros, esto destruiría totalmente estas poblaciones.
Cáceres cuenta con los corregimientos de El Jardín (Tamaná), Guarumo, Manizales, Piamonte y Puerto Bélgica, la inspección de policía Nueva Esperanza, además de un caserío. Para el primero de enero de 2016 registra 14.918 predios urbanos y 5.074 rurales. En el territorio se identifican dos unidades morfológicas, una al sur montañosa con alturas que no alcanza los 500 metros sobre el nivel del mar, que corresponde a las estribaciones de la cordillera Central, y otra al norte, plana a ondulada que corresponde a la cuenca baja del río Cauca. La población total estimada es de 39.918 habitantes, de los cuales 9.204 se encuentran en la cabecera y 30.714 en el área rural (DANE 2017).
Del otro lado del río, se ubica Tarazá a 214 km por vía terrestre de Medellín. Cuenta con los corregimientos de Barro Blanco, El Doce, La Caucana y Puerto Antioquia (el sector de mayor riesgo) además de 2 centros poblados. Para el primero de enero de 2016 registra 9.040 predios urbanos y 2.225 rurales. La topografía del terreno es en su mayor parte ondulada y corresponde a las estribaciones de la serranía de Ayapel. La población total estimada es de 45.083 habitantes, de los cuales 28.835 se encuentran en la cabecera y 16.248 en el área rural (DANE 2017).
El profesor Vargas aseguró que en esta zona entre Cáceres y Tarazá el agua se expandiría por toda la llanura con restos de tronco, piedras y parte de la montaña lo que causaría una avenida torrencial, formando un gran abanico fluvio –torrencial; el efecto de esta descarga veloz afectaría gran parte de las poblaciones. Aunque Tarazá está sobre el río que lleva su mismo nombre, a unos 10 kilómetros aproximadamente, el efecto del depósito presionaría el cauce del río Tarazá, lo cual podría ser represado aguas arriba de la población y seguramente el cauce del río Cauca perdería su curso en este sector.
Posterior a este tramo, el río cambia de noroeste a noreste, de tal forma que el lecho mayor del Cauca en este sector se presenta limitado por terrazas aluviales, con un ancho de aproximadamente 1,8 km. A 55 kilómetros de Cáceres está ubicado el municipio de Caucasia, donde el río hace un cambio de casi 90 grados y gira de Oeste a Este; en esta zona están asentados varios caseríos al borde del río hasta llegar al municipio de Nechí. Según el académico, en esta curva el río no va a tener la capacidad de ocupar su lecho mayor, sino que seguiría derecho en una gran parte, entre otras cosas, porque se acaban las terrazas aluviales y porque el río sobre su margen izquierda está más alto que sobre la derecha.
El municipio de Caucasia cuenta con los corregimientos de Cacerí, Campo Alegre, Cuturú, El Pando, La Ilusión, Margento, Palanca, Palomar, Puerto Colombia, Puerto Triana y Santa Rosita, además de un caserío y 6 centros poblados. Para el primero de enero de 2016 registra 4.922 predios urbanos y 3.253 rurales. La topografía del terreno es plana en su mayor parte y corresponde a la cuenca baja del río Cauca. La población total estimada es de 117.670 habitantes, de los cuales 97.386 se encuentran en la cabecera y 20.284 en el área rural (DANE 2017). Una tercera parte de la población, se localiza sobre el lecho mayor y otra sobre cubetas de inundación de antiguas ciénagas que fueron urbanizadas, por lo cual sufrirían inundaciones; igualmente las zonas de terrazas bajas al borde del río podrían ser afectadas por los flujos torrenciales.
Nechí cuenta con los corregimientos de Colorado y Las Flores y las inspecciones de policía de Bijagual, Cargueros y La Concha. Para el primero de enero de 2016 registra 1.499 predios urbanos y 3.467 rurales. En el territorio se identifican dos unidades morfológicas, una al este, quebrada corresponde a las estribaciones de la cordillera Central y otra al oeste, plana. La población total estimada es de 27.915 habitantes, de los cuales 14.912 se encuentran en la cabecera y 13.003 en el área rural (DANE 2017). Este municipio fue construido en el lecho mayor del río y otra sobre cubetas de inundación de antiguas ciénagas que fueron urbanizadas, dicho de otro modo, por la misma zona donde está hoy ubicada su población pasó el río Cauca históricamente, por lo cual sufrirían inundaciones, igualmente las zonas de terrazas bajas al borde del río podrían ser afectadas por los flujos torrenciales.
Desde Nechí hasta el municipio de San Jacinto del Cauca (Bolívar) es propenso sobre su margen izquierda a los rompederos. Desde este último territorio hacia los municipios de Guaranda, Sucre (sobre la margen izquierda) y Achí, Bolívar (sobre la derecha) el río ya está en su parte más baja, ya ha amortiguado sus aguas por llanuras de inundación y ciénagas. Después llega al municipio de Pinillos donde desemboca al río Magdalena: el delta del río Cauca al río Magdalena se realiza a través de un meandro que está en proceso de cierre quedándole tan solo 20 metros, por tanto, ante una creciente por la ruptura de la presa, la presión cerraría el meandro, lo cual producía inundaciones en Pinillos.
Reubicación
Pensar en reubicar a tanta población, unas 200 mil personas de distintos municipios, es casi un absurdo. De acuerdo con Zuleta, del Movimiento Ríos Vivos, la reubicación de estas poblaciones es imposible, ya que hay una forma de vida establecida asociada a las dinámicas de los ríos que las rodean, con la cual han aprendido a vivir desde sus orígenes. Es decir, hay un arraigo sociocultural que no permitiría que esta generación lograra readaptarse. “Para esta generación es una catástrofe reubicar a la población porque pierde su conexión con el territorio y su cohesión social, lo que implica un alto grado de vulnerabilidad”, dijo.
Por su parte, el profesor Vargas explicó que algunos municipios como Caucasia, Cáceres y Tarazá cuentan con zonas de montaña en los que se podría reubicar a la población, sin embargo, es consciente de las graves afectaciones que causaría el cambio de ambiente para los habitantes. Para otros municipios como Nechí, San Jacinto, Guaranda y Pinillos la situación es mucho más difícil porque están sobre la llanura de inundación.
El mejor escenario: control
Tanto Isabel Zuleta como el profesor Germán Vargas coinciden en que el mejor escenario tiene que ver con retomar el control del proyecto. La líder social manifestó que la población espera que se desmantele de manera controlada la hidroeléctrica, pues el solo hecho de terminar con relativo éxito la obra no garantiza que las poblaciones de al menos una decena de municipios no se vean afectados.
Por su parte, el doctor en Ciencias de la Tierra indicó que el mejor escenario es que se logre controlar el río a partir de la presa, porque en este momento el que tiene el control es el río; es decir, que la descarga del río sea controlada por las obras de ingeniería. “Es más fácil controlar el agua que estabilizar las laderas, esto requiere de tiempo, recursos y estudios. Lo más probable es que en las zonas que ya están inestables puedan accionarse los deslizamientos de forma controlada”, explicó.
En consecuencia, aseguró que es necesario evaluar la sostenibilidad del proyecto para no generar riesgos y que esta situación se convierta en el quehacer de cada periodo invernal; “puede suceder que los estudios técnicos de las condiciones actuales determinen que el proyecto no es viable y entonces se tiene que desmontar”, finalizó.